lunes, 15 de agosto de 2011

El nombre

Coincidiendo con mi onomástica  vuelvo a escribir artículo, esta vez acerca del nombre, la identidad y la imagen de nosotros mismos. Parte 2ª
Leer  Parte 1ª
Considerando que esas sencillas palabras escritas en mi DNI, María Asunción, representan  lo que soy, quien soy, lo que hago, la manera en que las personas se dirigen a mí, hablan de mí a terceros, en resumen, YO,  no creo que sea positivo estar peleada con mi nombre porque sería estarlo conmigo misma. Para reconciliarme con Mª Asunción, tuve que esforzarme en indagar hasta qué punto el nombre verdaderamente suena bien ó mal, y si se trata de mi propia percepción o la del resto de personas. He consultado, curioseado, analizado y me he llevado más de una sorpresa. En realidad, mi nombre es la herencia de mi progenitora que, a su vez, lo recibió en memoria de una hermana de su madre muy querida en la familia, la “Tía Asunción”. Si seguís el enlace, comprobareis que el motivo por el que se eligió este nombre para mi madre fue el de recordar a alguien muy especial en la familia y ella me lo trasladó a nbmí, no por falta de imaginación (como yo acostumbraba a pensar) si no como transmisión de su identidad, de su ser. Para ella tenía un valor simbólico que yo nunca había llegado a entender hasta que realicé este trabajo de análisis. Este camino ha ido parejo a un autoconocimiento de mi propia identidad y lo más importante: la aceptación de mi historia personal, de mi vida, mis logros y las ganas de reconocer a la pobre Mª Asunción lo que le/me  había negado desde hace años por no gustarme nada. Ahora firmo con orgullo lo que hago, sí esa soy yo, Asunción, y me gusta serlo. Eso sí, seguiré siendo también  Mª Asun, Sun, Sunny... y  Asun, claro, porque al final en la reconciliación hemos llegado a un acuerdo: utilizar aquel con el que más me identifico. Asun representa mi sentido más amplio, amable y sencillo. Ahora cuando alguien me pregunta  "¿Asun de Asunción?" ya no hago una mueca de fastidio al asentir, digo un orgulloso.
Os invito a hacer lo mismo a todos los que hayáis tenido algún problemilla con vuestro nombre porque cualquier proceso de sanación, de búsqueda, de bienestar pasa por la aceptación de uno mismo. Así que primer ejercicio: ¿Qué te parece tu nombre? ¿Te hace sentir bien pronunciarlo, escribirlo, oírlo o verlo escrito? Te sorprenderá la importancia de este ejercicio y para qué lo utilizaremos en el futuro...

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