Estos días en mi ciudad, Madrid, he podido comprobar todo lo que se puede llegar a conseguir teniendo fe. Creer firmemente en algo, aún cuando ni siquiera se ha llegado a ver ni sentir, puede movilizar a cientos de personas, unir, emocionar y soportar toda clase de condiciones adversas (lluvia, viento y calor extremo). Independientemente de las creencias religiosas y del poder de históricos estamentos sociales, yo misma me he emocionado viendo los rostros de esos jóvenes fervorosos rezando frente al que creen máximo representante de su credo. Impresionante. Ninguna de las personas que han pasado por estas jornadas han visto ni oído a su Dios pero creen en él y eso les da fuerza, alegría. No es este el lugar para hablar sobre teología ni economía así que no voy a debatir si está bien o mal la JMJ, ni si era el momento adecuado para celebrarlo en España, pero sí quiero recalcar la importancia de la fe y las creencias. Por tradición y educación a la gente le resulta fácil tener una ideología, pero en cambio cuesta a veces creer en que las cosas pueden salir bien, tener confianza en uno mismo, un proyecto, incluso una relación. Y precisamente del convencimiento depende el resultado. Hay infinidad de libros que hablan de la importancia de creer que algo se puede conseguir para empezar a actuar. Quién no ha leído, o al menos ha oído hablar, de “El Secreto”, un fenómeno a estudiar como ejemplo de lo que predica su autora y de las maravillas del marketing que, no hace milagros, si no que consigue ventas aplicando las técnicas correctas. Personalmente he comprobado a lo largo de mi vida profesional y personal que conviene aplicar un poco de las dos ciencias. Si quieres mejorar tu estado de ánimo y conseguir los objetivos marcados, deberás primero creer que puedes hacerlo, aunque no sepas cómo, es decir, confiarás (primer mandamiento). Pero además será bueno que al principio te ayudes de algunos de los trucos que la publicidad lleva utilizando durante años y de probada eficacia. Como el uso de mensajes subliminales, el cuidado de la imagen y la correcta disposición de los elementos para lograr el objetivo deseado. Todas las religiones mayoritariamente practicadas se han servido de estos factores y solo hay que ver lo que han conseguido. Imaginemos en un espacio reducido, como puede ser nuestro entorno más cercano, lo que podemos conseguir con muy poquito esfuerzo.
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